Con un título medio copiado de un bareto de Madrid arranca este blog. Patético.
Ni siquiera sé si esto tiene sentido, no sé qué voy a contar, no sé quién lo leerá, no sé si quiero que alguien lo lea. Vamos bien.
El caso es que estuve tentada de escribir un blog durante mi recién concluido viaje a las Américas. Entonces tenía cierta lógica: iba a cruzar el continente de norte a sur y era de suponer que me ocurrirían cosas lo suficientemente interesantes como para contarlas. No lo hice y casi casi me arrepiento. Como de los errores se aprende (o se muere), lo intentaré ahora que mi vida loca ha vuelto a empaquetar la mochila y me lleva a Australia, una vez más sin planes, sin un duro y sin futuro mínimamente previsto. Hace una semana ni siquiera se me habría pasado por la cabeza la posibilidad de largarme a las antípodas, pero es lo que tiene estar como una cabra, que te llama un amigo por teléfono el lunes, el miércoles te compras el billete y el sábado te subes al avión.
Poco más. Quedan menos de 6 horas para que salga el bus que me lleva a Barcelona, desde donde tomaré el avión hasta Singapur y desde allí a Brisbane. Por supuesto no tengo lista la mochila, la haré media hora antes de que salga el autobús y tocará correr hasta la estación para subir de un salto en el último minuto, sin aliento, sudando y jurándome que nunca, nunca más lo dejaré todo para el último minuto. Un clásico.
Y en un par de días, Australia. Qué risa!