jueves, 27 de enero de 2011

Solo para vuestros ojos















































Recién llegada de Big Island, se me acumulan los volcanes, las playas, los bosques... No me atrevo a manchar con palabras las bellezas de estas islas. Y aún así, la cámara miente, todo es muchísimo más espectacular.

martes, 11 de enero de 2011

¡Qué guay, Hawái!




Pues en Hawái estoy, en Maui para ser más exactos, aunque tengo que repetírmelo un par de veces al día para acabar de creerlo. Antes de empezar a contaros lo increíble que es esta isla, quiero dejar constancia de una verdad tan cierta como poco conocida: ¡¡¡esto está a tomar por ... de España!!!
Haced la prueba con la primera persona que encontréis y veréis la diferencia:
- "Me voy a Australia."
-"¡Hala, que lejos!"
- "Me voy a Hawái."
-"¡Hala qué guay!"

Pues no, amiguitos, Hawái está tan lejos y tan alejado de todo como Australia o más. Y todavía más lejos siguiendo los dictados de una nueva ley de la física que he descubierto durante este viaje: 'La distancia entre dos puntos A y B aumenta de manera inversamente proporcional al poderío económico del viajero'. Me explico: si tienes pasta te subes a un avión en Valencia y cuando te quieres dar cuenta estás aterrizando en tu isla preferida. Si no tienes, empieza el festival de las escalas... Para que os hagáis una idea de mi perennemente catastrófico estado monetario os cuento que, para mí, Maui está a:

-Una hora de coche Gandía-Valencia. Con mi hormonilla Mariam de copiloto-dj, su recién estrenado marido Jota al volante y mi madre como imprescindible acompañante, nos echamos unas buenas risas a ritmo de La Fuga. Eran las 5 de la mañana de mi segunda noche sin dormir y todo parecía irreal y divertido.

- Cuatro horas de bus Valencia-Madrid con mi vida en manos de uno de esos frustrados pilotos de rally que acaban conduciendo autobuses. La madre que...

-Media hora de metro y una más corriendo por los interminables, ilógicos, inhumanos e inhóspitos pasillos de la T-4 de Barajas. Richard Roges, ya te vale...

-Ocho horas y pico de incómodo vuelo Madrid-Nueva York. ¿Qué ha sido de esas azafatas jóvenes, desnutridas y elegantes rebosando simpatía? Las de mi vuelo me sonrieron una vez por error e insistían en hablar en castellano al pobre americano sentado junto a mí, dando por supuesto que si yo las entendía, él también. Tres veces les advertí de que no viajábamos juntos, que el roce hace el cariño pero que no está comprobado que por permanecer 8 horas codo con codo acabes hablando el idioma de tu compañero de vuelo. Ni caso. Cero maquillaje, pelos a lo loco y uniformes pidiendo a gritos un lavado. Luego vuelas con Singapore Airlines o Malaysia Airlines y lo flipas...


-Media hora retenida en Inmigración en el aeropuerto JFK de Nueva York. Sí. Otra vez soy sospechosa. La razón: Mi nombre es demasiado normal. O al menos eso es lo que me dijo el tiparraco uniformado con cara de haber comido algo muy agrio que me retuvo el pasaporte y me llevó a una oficina donde otros pseudo-polis teclearon no se sabe qué en sus ordenadores durante un buen rato antes de dejarme entrar en Estados Unidos. No me dirigieron la palabra ni la mirada en todo el tiempo. ¿Qué le pasa a esta gente, en serio?

- Seis horas y pico de vuelo con American Airlines de NY a Los Ángeles. Esta vez las azafatas nos repartieron unos vasos de agua y se tumbaron en los asientos de las últimas filas a dormir. No se supo de ellas hasta la hora de aterrizar.

-Nueve horas en el aeropuerto de Los Ángeles, las dos primeras buscando un sitio donde ducharme. Conociendo a mi amigo David, había muchas posibilidades de que me recibiera con uno de esos collares de flores tan folclóricamente hawaianos. Y me preocupaba que después de tanto kilómetro acumulando mierda internacional, las pobres flores se mustiaran instantáneamente al contacto con mi mal-oliente piel. No encontré duchas pero me lavé estilo vaquero en los lavabos del aeropuerto: vas desvistiendo y lavando un trozo de tu anatomía cada vez, pelo incluido. Y menos mal, porque al final tuve mi lei , que se ve en la foto de la otra entrada. Un detallazo que me encantó. Gracias, David.
Por cierto, a las 5 en punto de la mañana abrieron el Starbucks y a las 5,05 todo el mundo iba por la terminal con su vaso de café en la mano. ¡Qué vicio tiene esta gente! Si las teorías de la evolución y la adaptación al medio son ciertas, a los estadounidenses debe estar apunto de crecerles una tercera mano para aguantar el café. ¡Lo llevan siempre encima! Por la calle, conduciendo, de compras... Las azafatas de American Airlines nos recibieron en la puerta del avión mientas se tomaban su cafetito y una de las que más tarde tiraba del carro de las bebidas iba bebiendo el suyo al mismo tiempo! Hasta los carritos del supermercado tiene un dispositivo especial para sujetar las bebidas.¡Qué país!

-Seis horas y pico más de avión Los Ángeles-Maui. Mar, mar y más mar por la ventana y para leer un folleto de venta por correo que no tiene desperdicio. Copié las ofertas más kafkianas y prometo pasarlas pronto a este blog. No os lo vais a creer... Mañana más.

lunes, 10 de enero de 2011

jueves, 6 de enero de 2011

¡Feliz 2011!

Para celebrar el año nuevo, una canción. De amor. Creo.
Como casi toda la música que me gusta, aconsejo escucharla a todo volumen y sin vecinos cerca.


Y de paso me despido, en unas horas salgo para Hawái, desde allí os cuento.