domingo, 4 de enero de 2009

Persona non grata


De nuevo en Australia, y esta vez de milagro. Resulta que soy sospechosa de algo por haber viajado a estas soleadas tierras dos veces en un año. Y así me trataron en el aeropuerto de Brisbane, como a una mala malísima. Yo no sé que me pasa últimamente con las fuerzas del orden, que no me dan más que disgustos. Con lo buena chica que soy yo.
Algo ya me temía, esta gente no tiene fama de ser especialmente amable. Incluso tienen un programa semanal en la tele titulado 'Border police' (quitas una r y el nombre te lo dice todo) que va de eso, de los viajeros a los que no se permite la entrada en el país. Utilizan las cámaras de seguridad del aeropuerto para mostrar por qué el tipo en cuestión es sospechoso, todo el interrogatorio al que lo someten y si lo deportan o no. Con su ley en la mano, ni siquiera tienen que darte una razón para meterte en el siguiente avión de vuelta a tu país, simplemente no les gusta tu careto y no te dejan entrar. Y digo yo, no podrían decírtelo antes de que te chupes más de 24 horas de avión, y de que te gastes un buen puñado de euros?
El caso es que a mí me retuvieron el pasaporte y estuve una hora en la sección 'sospechosos' donde una vacaburra con hemorroides se dedicó a preguntarme cosas que ni mi mejor amiga, jarta a cañas, se atrevería. Le faltó preguntarme por mi postura preferida en la cama, porque del resto se quiso enterar de todo, la muy cenutria.
Me tocó la moral y mucho. Si hay algo que odio en el mundo mundial es el concepto 'fronteras'. Todo ese rollito de 'nación', 'patria' y 'propiedad' me da mucha fatiga por lo falso y viciado que resulta. Por no hablar del tema "yo tengo uniforme y tú no = yo tengo la razón y tú no" (este comentario me va a traer más de un problema con algún lector uniformado que tengo por ahí).
Lo que más le interesaba a la bellaca insatisfecha que me tocó en suerte era saber si tenía dinero.
-"Por supuesto", contesté. "Tengo 2.400 euros ahorrados (28,97 hasta que cobre el último mes trabajado en Gandia) y un apartamento en Ibiza que alquilo por 500 euros al mes" (je, je. En realidad todas mis posesiones caben en unas cuantas cajas almacenadas en un sótano ajeno).
-"Sabes que no puedes trabajar en Australia, verdad?".
-"Claro, ninguna intención, he venido de vacaciones". (Mañana empiezo a currar en el mismo sitio de la última vez).
Y así durante una hora, ella preguntando y yo mintiendo a lo loco aprovechando que la muy prepotente no se dignó a mirarme a los ojos ni una sola vez, entretenida como estaba en fotocopiar todos los documentos y papeles que encontró en mi cartera para configurar un bonito expediente que ahora descansa en la sección 'indeseados' de la policía de inmigración.
Al final, visto que era hora de cenar (y por su tamaño la foca bigotuda ésta no debe perdonar ni una toma), dijo que vale, que podía pasar, pero que tuviera claro que "no puedes vivir en mi país a base de visados de turista". Y ahí estuvo apunto de peligrar el éxito de tanto teatro, porque me tuve que morder la lengua fuerte, muy fuerte para no contestar: "Escucha, error de la naturaleza, para empezar no es 'tu' país, más bien tu abuelo y sus colegas de presidio se lo robaron a los aborígenes a punta de pistola y a los pocos que no mataron los tienen almacenados en reservas y, además, no tengo ninguna intención de pasar el resto de mi vida en un sitio donde si sobrevives a los tiburones, cocodrilos, arañas o medusas asesinas te acaba matando un cáncer de piel".
Reconozco que la perspectiva de que me metieran inmediatamente en un avión de vuelta para España después de las más de 30 horas de viaje que llevaba sufriendo mi cuerpo serrano, me bajó un poco los humos y, en lugar de un chulesco: "Pues ahora no me da la gana quedarme y me vuelvo a casa de mi madre a comer lentejas", sólo se me escapo un incomprensible y poco cierto: "Yo no quiero vivir en Australia, yo ya tengo mi país y me gusta mucho más que éste". Al final va a resultar que sí tengo una vena patriótica. Qué triste.




PD. Quería mandaros una foto en la playa, en bikini y todo eso, por aquello de la envidia, pero estoy tan blancurria que más que envidia doy penita, así que ahí va una canción de la gran Nina Simone resumiendo lo que me gustaría haberle dicho a la tiparraca de la frontera: "No tengo dinero, no tengo casa, no tengo zapatos...pero tengo mi cerebro, tengo mis ojos, tengo mi sonrisa, tengo VIDA"