Mi cumple. Hace una semana. Sin cereales de chocolate, sin champán, sin pastel, sin velas, sin cámara de fotos. Sin pena ni gloria.
Pero con una cervecita Tsingtao frente al Río Perla, en la ciudad de Guangzhou, sur de China. No está mal.
Me vine hace un mes y medio a buscar trabajo y parece que lo he encontrado. Si todo sigue su buen curso, empiezo en septiembre en la Sun Yat-Sen University como profesora de español. ¿Por qué no?
La penosa foto está hecha con la webcam de mi portátil y esta mini-entrada es posible gracias a un proxy prestado que se ha saltado a la torera la censura de este país.

Tras más de cuatro meses intentando ser sensata, racional, previsora y todo eso, me salió la loca que llevo dentro y me subí a un avión para hacer realidad uno de los pocos sueños que me quedaban por cumplir: ver la Aurora Boreal.
Me hubiera encantado que fuera Alaska, así de paso recuperaba un trocito de corazón que me dejé por allí, pero solo he llegado a Suecia, Abisko, para ser más exactos
Que llegues a tu estación y luzca así:
Que dos días después te cambies de hostal en plena ventisca y sea la casa aquella del fondo (casi no llego, me volaba incluso cargada con la mochila):
Mañana más, que la noche está despejada y me voy al lago, a ver si pillo despistada a la Doña y se deja hacer unas fotillos.
Más por empezar el año libre de promesas incumplidas que por ganas, os pongo estas foticos y a otra cosa, mariposa, que Mongolia ya es pasado y toca centrarse en el futuro.







Más cosas. El interior de una casa-ger de una pareja joven, profesional y moderna en una ciudad pequeña. ¿Para qué quieres mesas y sillas habiendo suelo? Su ger está en una parcela vallada y viven en ella todo el año, pero en lugar de construir una casa, colocan una de esas tiendas de campaña redondas que los nómadas de otros países llaman yurtas, la decoran con alfombras y a vivir.












Y el que no tiene moto, tiene caballo, no puede ser de otra manera.
Este señor va galopando, de pie sobre los estribos y tan tranquilo. Quien haya montado alguna vez a caballo y no sea mongol entiende mi sorpresa.
Y para terminar, os tengo que hablar del Naadam, un festival deportivo que se celebra por toda Mongolia en julio, aunque el más conocido es el de la capital, Ulán Bator. Solo dura tres días pero parece que toda la nación vive medio año preparándolo y el otro medio comentando cómo fue. Consta de tres pruebas: carrera de caballos, lucha y tiro con arco. Nosotros pudimos asistir al Naadam en dos pueblos, pero el tiro con arco no lo vimos gracias a la ya mencionada empanada mental de nuestra querida Orna, que consiguió convertir el primer tour organizado al que me apunto a mi vida en un compendio de despropósitos. Nunca sabíamos hacia dónde ibamos, cuándo y qué comeríamos, dónde dormiríamos... Casi acaba con medio grupo: a Andoni le tocó una espectacular caída de un caballo loco en medio de una tormenta, con arrastre por el suelo incluído; Sergio consiguió una grave insolación durante una larga y empinada marcha a pie, a pleno sol y sin agua y tuvo que ser trasladado en avión a Ulán Bator; y al resto intentó envenenarnos con sus especialidades culinarias, que incluían la macedonia de fruta con mayonesa y la harina frita para desayunar... ¡Qué personaje!
En fin. Las carreras de caballos son de locos. Recorren a toda pastilla entre 15 y 30 kilómetros según la categoría, que depende de la edad del caballo. Los jinetes son niños de entre 5 y 13 años y la mayoría van a pelo, sin silla, sin estribos, descalzos... Los caballos ganadores, que no los jinetes, se convierten en estrellas nacionales, ya visteis el monumento de la anterior entrada. Emocionante.






