miércoles, 16 de abril de 2008

Antídoto contra las envidias


La casa donde vivo y la famosa hamaca

Se acabó la buena vida. Se terminó ver pasar las horas tumbada en la hamaca mientras los pajaritos (y pajarracos, que de todo hay) me cantan al oído. No más playa, paseos en moto ni surferos. He empezado a trabajar y ya era hora, porque me quedaban exactamente 48,09 euros, 25 dólares australianos y un puñado de quetzales guatemaltecos que encontré el otro día en el fondo de mi mochila. Aunque mi primera intención era ser presidenta de algo, parece ser que no les quedan muchos puestos libres de eso por aquí.
Además, resulta que lo de no hablar perfecto australiano y no tener permiso de trabajo es un problema a la hora de conseguir un trabajo maravilloso y bien pagado, ya ves, qué tiquismiquis (juro que esta palabra existe en el diccionario de la RAE).
El caso es que, a pesar de mis limitaciones, he conseguido no uno sino DOS empleos acordes con mi preparación académica, mi chispeante personalidad y mi capacidad de trabajo: pinche de cocina y repartidora de publicidad. Espectacular



Toda la casa llena de Post-it para que Jono aprenda español

Os cuento que me levanto a las 5,15 de la mañana, cojo una bici medio podrida que me ha prestado el vecino y en 20 minutos estoy en el Krave, un sitio muy simpático donde venden kebabs, zumos, pasteles, café, hamburguesas... Todo orgánico y saludable.
Como a esas denunciables horas es de noche total y yo vivo en lo alto de una colina a las afueras de Byron Bay, la mitad del camino lo hago con una linterna de esas que se ponen en la frente y que se llaman 'frontal' no sabemos por qué. Es la única forma de ver por donde voy. La lluvia exagerada que cae constantemente desde hace una semana tampoco ayuda demasiado, a cada rato tengo que pasarme la mano por la cara en plan limpiaparabrisas para quitarme el agua de los ojos y no estamparme contra el primer árbol, canguro o deportista kamikaze que se cruce en mi camino.
Así que llego al Krave como si me hubiera duchado con la ropa puesta y a currar. Hasta ahora me he pasado unas cuantas horas limpiando suelos, estanterías, cámaras frigoríficas y cafeteras industriales. Tambien he troceado miles de lechugas, tomates, cebollas, champiñones y unas cosas verdes que parecian arbolitos y no sé cómo se llaman. En el proceso he perdido un par de uñas entre la lechuga que alguien se ha comido en su kebab y he descubierto una nueva pasión en mi vida: los cuchillos. Realmente me gustan, me parecen sexys, bonitos y decorativos, se me ocurre que puedo entrenarme en mis ratos libres y a lo mejor un día encuentro trabajo como lanzadora de dagas en un circo. O algo. Sólo espero conservar todos los dedos hasta entonces.


Mi playa, Wategos Beach

A las 10 termino de jugar a las cocinitas, pillo un puñado de hojas con publicidad de la agencia de viajes de mi amigo Jono y me voy a caminar por Byron durante un par de horas repartiéndolas entre los mochileros con los que me cruzo. A las 12 ya lo tengo todo hecho y me puedo dedicar a la buena vida, un poco condicionada por la puñetera lluvia: leer, ver una peli, tomar unas cervecillas en casa de los amigos o escribir tonterias. Mola.
Y lo mejor es que me pagan por ponerme en forma frotando suelos, levantando cajas de bebidas y paseando: 15 dolares por hora en el Krave (8,85 euros al cambio) y 10 por la publicidad. Un dineral. Con mi primer sueldo (aqui te pagan al día o como mucho a la semana) me he dado todo un lujazo: gel para la ducha. De España sólo me traje champú, por aquello de minimizar el equipaje, y lo estaba usando también para el cuerpo. No sé, pero creo recordar que antes no era tan peluda. Con mi próxima paga tiro la casa por la ventana y me compro pasta de dientes.
Esta entrada tenía como objetivo contaros mis padecimientos laborales para que dejaseis de envidiarme, pero no me ha salido. Estoy super feliz de la muerte con mis trabajos, mi bici podrida y mis madrugones. Sorry.
*Como todavía no tengo fotos de mis trabajos os mando de mi casa y más surferos.



Nunca es demasiado temprano para aprender a surfear





8 comentarios:

Anónimo dijo...

Un buen Mikolosal es lo que yo te daba. Cuídate. WYWH, o al revés,pero molaría un fuego y unas fresas, o lo que sea. En especial ahora que haces como yo, no dormir.
Besos. Gracias por el blog, surfera.

Anónimo dijo...

Pues no ha funcionado... la cochina envidia sigue en pie. Yo me levanto sólo una hora después que tú y curro hasta pasadas las siete de la tarde (siempre que no pase nada raro). Así que sigo prefiriendo tu plan. ¿Alguna vacante en tu bar?

Anónimo dijo...

Como sigas por este camino me presento en Byron bay con un tubo de pasta de dientes envuelto en papel de regalo.

José Miguel L. Romero dijo...

Pues sí, cochina envidia, pero de cómo eres y cómo te tomas la vida. Cuando pase por allí te regalo mi bici y mi casco.

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡¡QUIERO UNA HAMACA!!!!!!

Anónimo dijo...

Para que veas la de cosas que nos sobran... Suerte

Lola dijo...

Rebecca y Laura, no os lo penseis mas y pillaros un par de aviones rumbo Australia. En mi hamaca cabemos las tres, asi que Laura, en vez de la pasta de dientes traete una bolsa de 'panchitos' y tu Rebecca, un par de botellas de ron que las tardes de lluvia se hacen muy largas...

untaltoni dijo...

Muy deacuerdo con Pepemi, cochina envidia. Como diría su majestad el Rey Loui 'quiero ser como tuUUUuu... dubi dubi dua..'
Por cierto, soy poquita cosa... a lo mejor cabría en la hamaca con las tres. Yo me encargo del ron, de los panchitos y de lo que haga falta.
Un besazo!!!